miércoles, octubre 31, 2007

SHOSHIKA


Raquel Méndez




Hace algunos meses que vi la película “Hijos de los hombres”, del director mexicano Alfonso Cuarón, cuya adaptación de la novela de P.D. James, pone en tela de juicio de que en un futuro la humanidad se pueda extinguir.

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Quizás esta misma inquietud, esté afectando a la actual sociedad Japonesa, aunque la causa en la película era por la infertilidad de las mujeres, en Japón es por la baja tasa de natalidad, que de 1,30 ha descendido a 1,25 ubicándose como una de las más bajas del mundo.





Este fenómeno es el conocido como shoshika, que literalmente significa “sociedad sin niños”. En varias ciudades de Japón, algunas escuelas han cerrado por falta de niños, y se han reutilizado los centros con otros fines, como por ejemplo centros asistenciales para niños y personas discapacitadas, salas de reuniones de la comunidad vecinal, o centros recreativos para la gente anciana.



Japón experimentó dos explosiones demográficas, una después de la Segunda Guerra Mundial (1947-1950), y otra en el boom económico de los años 70 (1970-1974), conocidas como las eras del baby-boom, a partir de entonces la tasa de natalidad ha venido cayendo progresivamente hasta ubicarse en el año 2006 en 1,25.
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La población total japonesa sufrió además una disminución en el año 2005, producto de esa baja tasa de natalidad, y de la alta tasa de fallecimientos de la gente anciana. Por lo que se prevé que si la situación persiste, la actual población (127 millones) podría disminuir en un 20% durante la primera mitad de este siglo, y a menos de la mitad de la actual, en el año 2100.


El problema, tiene sus causas dentro de los cambios de estilo de vida de la sociedad nipona. Los matrimonios tardíos, la soltería, la alta tasa de divorcios, y el bajo rendimiento reproductivo de las parejas casadas. Los jóvenes se casan más tarde, entre los 28 y 35 años.
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La franja de solteros de entre 30-35 años aumentó de un 14% a un 47%, que optan por mantenerse solteros ya que el matrimonio lo ven como algo innecesario, o una perdida de su libertad y estilo de vida despreocupado. El rendimiento reproductivo, se refiere a la tasa de hijos por familia, si antes era de 2 como promedio, en la actualidad es de 1.







A esto hay que sumar el hecho, de que muchas de las mujeres japonesas trabajan fuera de casa, aportando un soporte económico a la familia, el cual dejaría de entrar en la misma si tienen hijos y se quedan en casa, debido a que es frecuente que abandonen su trabajo cuando tienen hijos, y vuelvan a trabajar cuando los hijos ya han crecido. El coste de la crianza de un hijo, junto con la guardería, es casi la mitad del presupuesto familiar. Paradójicamente las guarderías públicas tienen el cupo completo, por lo que muchas familias se ven obligadas a llevar a sus hijos pequeños a guarderías privadas, o apuntarse a una larga lista de espera en la pública.
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Esta grave crisis, de no mejorar, ocasionaría un descalabro en la economía. La población tendría que afrontar más cargas fiscales, y el sistema de pensiones se vería en peligro, ya que al disminuir la población activa cotizante, la población anciana vería la disminución o desaparición de sus pensiones.
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En el año 1994 el gobierno Japonés planteó un plan para afrontar el problema shoshika, denominado Plan Ángel, donde se ofrecen las condiciones idóneas para que la mujer pueda afrontar la vida laboral, y familiar con tranquilidad. Las mujeres con hijos, reciben una compensación económica, y una adicional si deben abandonar temporalmente sus puestos de trabajo y ven mermados sus ingresos familiares por el recién nacido. Así mismo, se han habilitado más guarderías públicas, con horarios más flexibles, y centros de apoyo al cuidado de los niños.
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En los últimos 5 años se implantó el Nuevo Plan Ángel, el cual sigue implantando ayudas a las familias que tengan hijos, con bonificaciones por el primer hijo, permiso de paternidad y de maternidad de hasta un año, búsqueda de empleos más estables debido a que una buena parte de la población joven está desocupada, o con trabajos de contrato corto, o son freeters (los que realizan trabajos ocasionales), lo cual es una traba al momento de querer formar una familia.
Este Plan también ha ayudado a la mejora del sistema sanitario, de la vivienda, y del entorno comunitario.



El gobierno también ha alentado a las empresas, con reducciones fiscales e incluso de aporte económico, en promover estas ayudas a sus empleados, para que se sientan cómodos ante sus trabajos, y sin miedo a perder sus capacidades y puesto por una baja maternal o paternal. Cada año, el gobierno premia a aquellas empresas que instalen los medios necesarios para el cambio de mentalidad, con el premio otorgado por el Ministerio de Salud “Family Friendly Company Awards” grandes empresas como Sony, Matsushita, y Toshiba han sido las empresas punteras de este cambio de vida en Japón, y otras como Panasonic, Canon y Sharp se van sumando a este proyecto, dando mayor flexibilidad a sus trabajadores y borrando la imagen de que ser madre es estar en desventaja ante el mercado laboral.
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Lo que promueven estas empresas es la estabilidad de trabajo de sus mujeres, así como el desarrollo profesional dentro de la empresa. Han creado guarderías dentro de las mismas empresas, así sus madres no estarán preocupadas por sus hijos, ni por el horario de cierre de la guardería si lo hubiesen dejado en el otro extremo de la ciudad. Los permisos maternales y paternales van de un año y hasta máximo tres años, tienen días de baja por enfermedad del niño, y por tratamientos de fertilidad. Así como una serie de compensaciones económicas para los gastos familiares, y de otra serie de atractivas ventajas.



Este cambio de mentalidad, aún cuesta que tenga su arraigo dentro de la sociedad japonesa, una sociedad donde el hombre siempre ha sido cabeza de familia, trabajando 55 horas a la semana, despreocupado de la vida familiar, siendo la mujer la destinada a quedarse en el hogar al cuidado de éste y de los niños, y más tarde al cuidado de los ancianos de la familia.





Las antiguas generaciones de hombres, ven con preocupación que el hombre pida una baja de paternidad para poder ocuparse de sus hijos, y las mujeres de la antigua generación opinan dubitativas que el hombre sea capaz de suplir y de cumplir al mismo nivel los cuidados que otorga una madre. Esa mentalidad del pasado se está rompiendo, las nuevas generaciones consideran enriquecedor que los padres puedan participar más de la vida familiar, y que haya una mayor comunicación e implicación entre la pareja por la vida familiar, y a pasitos cortos, como el caminar de las Maikos, se tendrá que asimilar y adaptar si quieren mantener su economía, y su población.
Sin embargo, las bajas por paternidad entre el año 2005 y 2006 fueron de un 0,5%, el reto del gobierno es que haya una mayor participación de ambas partes (empresa-padres) y alcance un 10%.

Los cambios no son fáciles, y muchas empresas se niegan al mismo. Es por ello que la Nippon Keidanren, la organización empresarial, anunciaba en el año 2003 un programa para compatibilizar el trabajo con las necesidades sociales. El mismo pretendía mejorar las condiciones del cuidado de los niños mediante el aumento de los servicios, así como la creación de una comisión que velase por el cumplimiento de las medidas que se adopten.
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La Nippon Keidanren cuenta con el apoyo del gobierno, tras la entrada en vigor de la Ley para la Promoción de las Medidas de Ayuda para el Desarrollo de las Generaciones Futuras. En virtud de esta ley, cada empresa está obligada de llevar a la práctica un programa de acción con objetivos numéricos, como por ejemplo la mejora de los permisos por maternidad.
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Otras de las posibilidades que el gobierno estudia, es la reducción de las jornadas laborales para los trabajadores de ambos sexos, y así ambos puedan ser más participes de la vida familiar y de las tareas domésticas.
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El gobierno reconoce que si se crea el clima propicio, se dan las ayudas necesarias, y se logra atacar el problema de base hará que aumente el índice de natalidad, y que las mujeres se sientan más seguras y sin miedo de trabajar fuera de casa y tener una familia.

Pero quizás uno de los problemas más graves, está aún sin resolver en el panorama, y que quizás sea un factor clave en la resolución del shoshika. La población emergente de jóvenes que no tienen empleo estable.
El cambio constante de trabajo, propicia que no desarrollen destrezas que les permitan encauzar su vida profesional, los típicos “sé hacer de todo, y no sé hacer nada”, lo que merma sus posibilidades de tener unos ingresos elevados, o al menos dignos para afrontar una vida en pareja. Sus posibilidades de tener vida propia, o de formar una familia se quedan en el vilo de un futuro incierto. Las cifras de estos trabajadores, freeters como se les conoce, se ha duplicado en los últimos años, alcanzando a los dos millones de su población, y a este grupo habría que sumarle el 3,8% de su población que se encuentra sin trabajo.

Lo que intenta implantar el gobierno, es que se logre el perfecto equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar, y tanto el hombre como la mujer tengan la misma igualdad en ambos ámbitos, algo que como ya mencioné cuesta en su arraigo ya que se deben romper muchos esquemas ideológicos y culturales de siglos.
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Estos problemas creo que son comunes a muchos países, pues el fenómeno shoshika no sólo se vive en Japón, sino también en el resto de los países asiáticos, Europa, India, y me atrevería a decir que hasta en América.
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Parte de la solución, está en aceptar inmigración, que de hecho la segunda generación perteneciente a la emigración de La Segunda Guerra Mundial a Perú, Bolivia, Brasil, y otros países de Sur América están llegando a Japón. Esto es un arma de doble filo, pues resolvería el problema de la población activa cotizante al sistema, y en algunos casos, si viajan con niños o es una pareja potencialmente “reproductora” aliviaría momentáneamente el problema de la falta de una generación futura, pero a su vez crearía otros problemas tangibles a corto plazo.
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¿Es la humanidad una raza en extinción?. La tasa mínima de reemplazo de población es de 2,1, es decir la tasa mínima necesaria para mantener una población estable en un país, tasa que no se mantiene en los países desarrollados, debido a los factores mencionados.

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Se tendrán que cambiar muchos esquemas, tanto políticos como mentales, si queremos que las generaciones futuras encuentren un futuro más halagüeño, y trabajar con sinergia para la consecución de los objetivos que se planteen, sino las palabras futuro y humanidad quedarán borradas también de la existencia.





Bibliografía consultada:


* Revista Japan Journal. "1,25 Rising to the Challenge of the falling Birthrate". October issue. Japan 2006.


* Revista Cuadernos de Japón. "La baja por paternidad es beneficiosa". Volumen XX. Número 2. Japón 2007.


* Newspaper Daily Yomiuri. Baby Boomer Special. Japan 2007.


Crédito de fotos:


* Andy Gray. Japan Windows. Web page


* Tadamine Maki. Blog site


* R.Mcleod/Alamy


* Google Images


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3 Comments:

Blogger Unknown said...

Enhorabuena por el blog que estais haciendo. Es la primera vez que lo visito, pero desde luego, no será la última. Buen trabajo!

7:57 p. m.  
Blogger Akiko y Raquel said...

Muchas gracias Aina por tu comentario, espero seguirte teniendo de lectora de este blog =O)).

Un saludo,
RAquel.

PD:Qué bonito es tu nombre!!!, leyéndolo de derecha a izquierda aparece otro: Ania. Supongo que tu madre se llamará así. =O))

3:09 p. m.  
Blogger Unknown said...

Es cierto que la inmigración es un arma de doble filo, siempre causara muchas altercados debido al racismo y encima si el pais tiene problemas terminara siento culpa de un modo u otro de la inmigración.

2:40 p. m.  

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