TERREMOTOS EN JAPÓN. PARTE II
Raquel Méndez
El porqué de tanta actividad sísmica, se debe a que Japón conforma parte del anillo o círculo de fuego del Pacífico, el cual es una zona de alta inestabilidad que empieza desde Argentina, Chile y Perú, pasa bordeando la costa occidental de Centro América, subiendo por la costa occidental de California y México, y termina por la costa oriental de Asia hasta Nueva Zelanda. No sé por qué lo llaman “círculo”, porque realmente es un semicírculo. Con una longitud que recorre 120.000 Kms, y que afecta entre 34 países, islas y archipiélagos, dicha zona cuenta con una serie de volcanes activos, y de fallas, lo que en consecuencia arroja que el 90% de los seísmos aparezcan en esta zona, que el 80% de ellos, sean de gran intensidad, y que un 20% de los terremotos ocurran en Japón. A esto habría que sumar el hecho, de ser una zona propensa a la visita de tifones (un promedio de 16 al año).
Es por esa continuidad telúrica, que los japoneses han sabido aprender de ellos, desarrollando técnicas para la detección a tiempo de terremotos y tsunamis, mejoras inmobiliarias para evitar daños físicos o perdidas de habitantes, mejoras en las técnicas de construcción arquitectónica, entrenamiento de equipos de rescate, y fabricación y venta de equipos de supervivencia.
Os voy a explicar algunos de ellos, los cuales son bastantes interesantes, y que nos muestra la tecnológica con la que cuenta, y como afrontan esta problemática.
Antes, me gustaría recordar por qué se producen los terremotos.
Las ondas pueden ser superficiales, que como su nombre lo indica son las que viajan a través de la superficie, y las centrales que provienen desde la profundidad. Éstas últimas se subdividen en ondas primarias o compresivas (P), y las secundarias o cortantes (S). Las ondas P, son las primeras en llegar a la superficie, ya que son las que desarrollan mayor velocidad, y las primeras que se registran en los sismógrafos. Cuando se produce un terremoto, primero llegan las ondas P, luego las S, y finalmente las superficiales que son las que producen el movimiento en sí.
Uno de los organismos encargados de la investigación, observación, y prevención de desastres en Japón (mediante el aviso anticipado de un seísmo o tsunami), es la Agencia Meteorológica de Japón (JMA).
Cuenta con una red de 180 sismógrafos, que le permiten la recolección de datos de 3.200 medidores de intensidad de seísmos, en cooperación con entes gubernamentales, y del Instituto Nacional de Investigación para las Ciencias de la Tierra y de la Prevención de Desastres (NIED). Los datos son recogidos del sistema de observación de los fenómenos sísmicos (EPOS), y del Sistema de observación de Tsunamis y Terremotos (ETOS) de los observatorios meteorológicos de las prefecturas de Japón, y del observatorio meteorológico de Okinawa.
Cuando ocurre un terremoto, la JMA inmediatamente emite información del epicentro y de la magnitud del mismo y su intensidad. La información es enviada a las autoridades de prevención de desastres, para que llegue a la población a través de las autoridades locales, y de los medios de comunicación.
El mismo procedimiento ocurre ante la posibilidad de un tsunami, en avisar con antelación especialmente a las regiones costeras, de un potencial tsunami tras haber ocurrido un terremoto, esta prevención se emite a los tres minutos de haberse producido el seísmo.
La JMA, cuenta además con una base de datos de predicción cuantitativa. Ésta, está conformada por alrededor de 100.000 hipotéticos modelos de tsunamis, basados en terremotos de distintas intensidades, con epicentros a distintas profundidades, y en 4.000 puntos distintos de las costas de Japón. Dichos cálculos, arrojan además las alturas esperadas, y el tiempo de llegada en caso de producirse un terremoto.
Esto permite que al producirse un seísmo, la base de datos busque los valores en cuanto a intensidad, y profundidad, para así avisar con antelación de la evacuación de la zona.
Tres minutos es mucho tiempo, tomando en cuenta el plan de evacuación, y la velocidad a la que puede ir un Tsunami, por lo que la JMA ha trabajado en un nuevo sismógrafo, que le permite arrojar esta predicción en el lapso de dos minutos, y se han repartido a lo largo de todo Japón 203 de estos nuevos sismógrafos, que permiten reducir el tiempo de estimación.
Quieren además, estudiar la posibilidad de instalar sensores a nivel del manto, lo que permitirá prever en segundos la posibilidad de un terremoto o tsunami.
Esto permite monitorizar el proceso de colapso de los edificios, y así poder diseñar construcciones más resistentes a los terremotos.
Por su parte, la industria japonesa de viviendas desarrolla por cuenta propia técnicas anti sísmicas, y de absorción de los temblores, para que los edificios no se colapsen ante grandes seísmos, colocando acolchados de goma en los pilares de la estructura, con el fin de que absorban las vibraciones, y la colocación de tanques de agua en las azoteas de los edificios con la misma finalidad.
El Shinkansen, tren bala, cuenta con un sistema de parada automática. La Compañía Central de Ferrocarriles Japoneses, implantó en el año 1992 el sistema UrEDAS (Sistema de detección urgente y alarma ante terremotos). Estos sismógrafos evalúan la intensidad y la localización que puede tener el terremoto, mediante las ondas P. Si el nivel de riesgo es elevado, estos sismógrafos envían una señal a los transformadores del tren para pararlos automáticamente, este proceso sólo dura tres segundos. El nuevo sistema lanzado por la JMA en el 2004, utiliza el mismo sistema pero minimiza el tiempo de 3 segundos a 2 segundos.
El desastre del terremoto de Kobe en el año 1995, no sólo fue debido al terremoto en sí, sino a la serie de incendios y explosiones que se produjeron luego por los escapes de gas. En el año 2001, la compañía de gas de Tokio, instauró el sistema SUPRIME.
Japón cuenta además con equipos de grandes rescates (los hombres naranja), cuyo nacimiento fue posterior al terremoto de Kobe, especializados, con un duro entrenamiento enfocado a las actividades de rescate, así como la utilización de equipos de alta tecnología, como la excavadora Sirius, la cual emite ondas electromagnéticas que permiten detectar los latidos del corazón debajo de los escombros. Además cuentan con perros entrenados, los cuales son de una invaluable ayuda en la localización de supervivientes.
Muchas tiendas, cuentan con la venta de material casero de salvamento, se pueden vender sueltos, o en pequeñas mochilas. Las mochilas contienen: una linterna sin pilas, cargable con sólo agitarla, un radio-sirena y móvil sin pilas, que se auto carga dando vueltas a una manivela, agua potable, comida deshidratada, silbato, velas para 100 horas, ropa comprimida, champú para lavarse el pelo sin agua, mascarilla quirúrgica, tijeras, guantes, vendas, pinzas, y un largo etcétera. Además, en las distintas prefecturas existen grupos de voluntarios, que ayudan a las familias a "pegar" sus muebles a las paredes. En web-japan hay un video explicativo sobre ello, que podeís ver aquí: Windows Media Player, o en Real Player.
Un punto interesante, y que me ha llamado la atención durante años, y que quizás le ocurra lo mismo a más de uno de vosotros, es el hecho de por qué las pagodas no se desploman con el impacto de los terremotos y tifones en la tierra nipona. Estas hermosas construcciones de 3 y 5 pisos, han sido testigo por más de 1000 años de la fuerza de la naturaleza, y quizás los misterios revelados son pocos. Tras estas formidables estructuras de madera, se deben guardar aún más secretos, que permanecerán en la oscuridad.
En un artículo aparecido en Nipponia, el arquitecto Ueda Atsushi explica los misterios de las go ju no to (Torres de cinco láminas).
Otro secreto que esconden, en cuanto a su estructura, es el hecho de estar levantadas en láminas en tamaño descendente (vista desde abajo hacia arriba), lo que permite que cada lámina se mueva lenta e independientemente una de otra durante el seísmo, y a su vez se muevan en sentido contrario, así si una de las láminas se mueve a la derecha, la otra se moverá hacia la izquierda, como ejecutando la danza de la serpiente, el mismo principio de equilibrio del juguete yajirobe.
El último elemento estructural, que ayuda a que estos gigantes no caigan es el grueso pilar central que las atraviesa desde la base hasta la salida del techo, denominada shinbashira. Si una de las láminas tiende a salirse de su centro, el shinbashira las vuelve a su lugar. Durante el terremoto, el pilar central también oscila, como si de un péndulo se tratase, permitiendo además aminorar la fuerza del temblor. A este efecto, el autor lo denomina “las bolas de Colón”
Quizás la sabiduría de otros tiempos, haya trascendido en la actualidad, ya que muchos de los nuevos edificios cuentan con este punto de flexibilidad en sus estructuras, que permiten que ante los diarios embates de la naturaleza, los daños materiales y las pérdidas humanas sean menores.
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